domingo, 28 de noviembre de 2010

Juan Álvarez Mendizábal


Político español (Cádiz, 1790 - Madrid, 1853). Miembro de la burguesía comercial gaditana, actuó como proveedor del ejército organizado por Fernando VII para recuperar las colonias españolas en América (1820); junto con otros conspiradores, preparó el pronunciamiento de aquel ejército que, encabezado por el general Riego, obligó al rey a aceptar la Constitución de 1812.
No ocupó cargos políticos durante el siguiente Trienio Liberal, pero su significación le obligó a exiliarse cuando los «Cien mil hijos de San Luis» restablecieron en España el absolutismo (1823). Sus actividades comerciales en Inglaterra le proporcionaron una gran fortuna. Y su prestigio político entre los exiliados liberales se acrecentó cuando contribuyó a financiar la expedición militar británica que acabó con el absolutismo en Portugal y aseguró en el Trono a María II (1834).
Por tal motivo, la corriente progresista del liberalismo español le propuso como alternativa para sustituir en el gobierno al moderado Martínez de la Rosa en 1835. Un movimiento revolucionario obligó a la regente María Cristina de Borbón a entregar el poder a Mendizábal, que fue nombrado ministro de Hacienda y primer ministro (1835-36).
La medida más significativa que adoptó fue la llamada desamortización de Mendizábal (1836), proceso de nacionalización de los bienes del clero regular para venderlos en pública subasta; aquella medida, inspirada por la Revolución francesa, tenía por objeto dinamizar la economía agrícola del país sacando al mercado libre el ingente patrimonio inmobiliario acumulado por las órdenes religiosas, formando además con sus compradores una clase media dispuesta a apoyar el régimen liberal y la causa de Isabel II; al mismo tiempo, la operación serviría para reducir la agobiante deuda pública y proporcionar al Estado medios económicos con los que financiar la guerra civil contra los carlistas (a tal efecto decretó la «quinta de cien mil hombres»).
La desconfianza de la regente le impidió completar su programa con la revisión del Estatuto Real en un sentido liberal y parlamentario, llevándole a dimitir en 1836. No obstante, un nuevo movimiento revolucionario le permitió recuperar la cartera de Hacienda en 1836-37, extendiendo las medidas desamortizadoras a los bienes del clero secular y decretando la extinción del diezmo eclesiástico.
Posteriormente volvió a ocuparse del mismo Ministerio en 1843. Tras la toma del poder por sus adversarios moderados, se exilió en 1844-47. Luego regresó a España y ejerció hasta su muerte como diputado progresista.

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