martes, 22 de marzo de 2011

CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas)

José María Gil-Robles,
líder de la CEDA
La Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) fue una alianza de partidos políticos católicos de derechas, fundada el 4 de marzo de 1933. Se gestó durante el bienio progresista de la II República Española. Su principal inspirador fue Ángel Herrera Oria fundador y director del diario El Debate. Otro de sus fundadores y que posteriormente dirigió la Confederación, fue José María Gil-Robles.
La CEDA es el gran partido de masas de la derecha española en el marco de la II República.
Desde el momento mismo de su constitución se presenta como la alternativa de derechas y de orden al gobierno "socializante" y a la República en general.
Herrera Oria encabezaba la organización católica de carácter social Acción Católica. En 1931 logró aglutinar en torno a El Debate a un grupo de católicos interesados en defender sus principios religiosos en el marco de la República, llegando a formar el partido Acción Nacional, fundado el 29 de abril de 1931, quince días después de proclamarse la II República; para, posteriormente, pasar a ser Acción Popular, el partido más importante de la coalición.
La sublevación de agosto de 1932 conocida como la Sanjurjada aconsejaba a los dirigentes de Acción Popular a desligarse de los otros grupos de derecha pasa de este modo acentuar su independencia, ya que proclamaba que para alcanzar el poder solo emplearía el camino de la legalidad. Cuando Gil Robles en El Debate el deber de acatamiento muchos monárquicos abandonan el grupo destacando Esteban Bilbao, Antonio Goicoechea y José María Albiñana.
El 5 de enero de 1933 Gil Robles esboza programa y táctica, concretando las condiciones para ingresar en la confederación derechista proyectada.
La idea de formar una confederación fue patrocinada por Luis Lucía Lucia quien como jefe de Derecha Regional Valenciana expuso con reiteración normas y caminos que fructificaron en el Congreso celebrado en Madrid entre los días 27 de febrero y 2 de marzo acudiendo más de 400 delegados, que representaban a 735.000 cotizantes.
El factor común a estos partidos era su especial interés por las cuestiones clericales y su repulsa a las reformas que en estas cuestiones se emprendieron en la primera legislatura de la República: La laicidad del Estado con la división de poderes Iglesia y Estado, la reforma de la enseñanza que prohibía los símbolos religiosos en las escuelas y otras cuestiones menores de caracter clerical, pero que asumían como especialmente importantes. Fueron especialmente sensibles a los desordenes públicos que acabaron con la quema de iglesias y conventos. La CEDA consiguió ser el partido más importante de la derecha, llegando a contar con cerca de 700.000 afiliados. Esa penetración en la sociedad, que la convirtió en un partido de masas, la consiguió utilizando principalmente organizaciones católicas.
José María Gil-Robles, que ya era el líder parlamentario, primero de Acción Nacional y después de Acción Popular, pasó a ser el líder de la CEDA. Visitó Alemania interesándose por los medios de propaganda política utilizada por los nazis y estuvo presente en la reunión de Nuremberg.
La Confederación era un partido de ideología clerical conservadora, partidaria de un Estado corporativo, por lo que si para algunos se podía asimilar a la Democracia Cristiana, historiadores la han calificado de inspiración fascista, muy especialmente en lo que hace referencia a su organización juvenil, las Juventudes de Acción Popular (JAP). Ellos situaban como su modelo al Partido conservador inglés; si bien mostraban en el parlamento español un claro apoyo a los regímenes fascistas de Alemania e Italia. La CEDA seguía la corriente de opinión, ya manifestada dentro de Acción Popular, partidaria de aceptar las instituciones republicanas, a pesar de la procedencia monárquica de muchos de sus miembros, para la defensa, desde dentro, de sus intereses sociales y económicos. Resumía su programa en el lema "Religión, Familia, Patria, Orden, Trabajo y Propiedad".
Para las elecciones del 19 de noviembre de 1933 formó coalición con varios partidos, como el monárquico Renovación Española (también proveniente de Acción Católica), con el fin de aprovechar las ventajas que la ley electoral otorgaba a la mayoría, obteniendo 115 actas de diputado convirtiéndose en la primera fuerza política en el Parlamento, pero sin la fuerza necesaria para formar gobierno, por lo que en un principio se limitó a condicionar la política del gobierno formado por Lerroux. A este periodo, algunos historiadores lo denominan como el "Bienio Negro" significando que fueron años reaccionarios y marcados por el fascismo.También aparecen en la historiografía otras denominaciones como: "Bienio Radical-Cedista" y "Bienio Rectificador".
La anulación, por parte del gobierno Lerroux, de las reformas emprendidas en la primera legislatura y la constitución de un nuevo gobierno, que incorporaba a tres ministros de la CEDA, en octubre de 1934, fueron respondidas con una sublevación de sectores de izquierda (lo que se llamó Revolución de octubre de 1934).
Las elecciones del 16 de febrero de 1936 dieron la victoria a la alianza de izquierdas del Frente Popular, aunque por partidos individualmente, el CEDA siguió siendo el partido más votado. Como partido más votado, el CEDA deseaba formar gobierno, lo que hubiese dado cierta estabilidad si se hubiese unido con el partido republicano, aglutinando en el gobierno todas las ideologías de la sociedad, tanto de derechas como de izquierdas, pero Manuel Azaña se negó en rotundo a formar gobierno con la derecha y romper la alianza de izquierdas. Desde entonces, la CEDA, y principalmente su líder Gil-Robles, maniobraron para que se decretara la ley marcial y se anularan las garantías constitucionales para así impedir que el Frente Popular tomara posesión del gobierno.
En un clima de violencia generalizada, miembros de la CEDA estuvieron en contacto con un grupo de generales, entre ellos Mola, Franco, Goded..., conspirando para propiciar el golpe de Estado que se materializaría el 17 de julio.[10] El parcial fracaso de éste desembocó en la Guerra Civil. En el bando nacional, fueron disueltos todos los partidos políticos en 1937, integrándose muchos de sus militantes y dirigentes en Falange Española (posteriormente Movimiento Nacional), como es el caso del dirigente cedista Ramón Serrano Súñer.

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